«Mona Lisa and the Blood Moon»; Amirpour ofrece su película más ligera entre los suburbios de Nueva Orleans

Nota:

Desde la célebre American Psycho de Mary Harron; en el festival de Sitges del año 2000 una mujer directora no había sido la encargada de inaugurar en el templo del cine fantástico. Dos décadas después se puede decir que Harron ya no está sola gracias a la elección de la directora Ana Lily Amirpour, y de su nuevo largometraje Mona Lisa and the Blood Moon como película de apertura de la 54 edición del festival.

Tras su premiada ópera prima (Una chica vuelve a casa sola de noche) y la más decepcionante The Bad Batch, Amirpour recupera con atino su personal universo en un cuento con particular superheroína en el que sus referentes (especialmente Lynch) dotan de personalidad a una cinta sobre incomprendidos/as en los barrios bajos de Nueva Orleans.

Una chica de origen asiático, a la que llaman Mona Lisa, vive recluida en un manicomio se escapa del centro dando rienda suelta a su poder de manipular las mentes de los guardas. En la noche de Nueva Orleans, encontrará la ayuda accidental de una stripper que la llevará a casa y que se aprovechará de sus poderes para ganar más dinero. Pero el hijo de la stripper no verá con buenos ojos lo que su madre hace con Mona Lisa cuando descubra los poderes de la chica misteriosa.

Ana Lily Amirpour nos acaba construyendo una propuesta que, sin salirse de los territorios habituales del cine social estadounidense reciente – con Sean Baker a la cabeza con The Florida Project y Tangerine -, ofrece cierta personalidad en sus momentos de humor y absurdo, su electrónica selección musical y la recuperación del buen ojo para crear personajes que se encuentran entre lo cool y lo ridículo en su estética; y en unos comportamientos que también se mueven entre el egoísta interés y la pura inocencia. En este terreno, cabe destacar también el buen trabajo interpretativo de Jun Jong-seo y en especial de Kate Hudson; en el que es seguramente su mejor trabajo en una década (como mínimo).

Lo malo es que esa frescura y ligereza va aminorando cuando en su segunda mitad, y con todas las cartas mostradas, la película ya no nos engancha de igual forma y acaba resultando algo reiterada.

Mona Lisa and the Blood Moon no va seguramente a hacer que una mayor masa de público descubra a la cineasta estadounidense pero el resultado es más positivo que negativo al ver que Amirpour recupera en buena sintonía su sello dentro de una historia ligera y sin grandes dramatizaciones que podría haber sido un cuento de “bichos raros” como los que Tim Burton nos ofrecía en sus inicios, pero con más pose y mala leche.

Jose Asensio

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