A muchos nos generó un fuerte impacto aquella generación de cineastas franceses que construyeron la conocida como «ola de cine extremo francés» o «nueva carne» en los primeros 2000. Uno de esos nombres fue David Moreau que, tras impactar con su ópera prima «Ellos (Ils)», se ha visto perdido entre otras producciones de encargo – en su caso el desastroso remake USA de «The Eye» y varias producciones mainstream en Francia, entre la comedia romántica («20 años no importan») y el cine familiar («King, mi pequeño rey») -, como ya ha sucedido con otros compañeros de generación como Xavier Gens o Pascal Laugier.
Tras esta deriva por el desierto, lo que más alegra de su ultima película, «MadS», es que recuperamos a ese enamorado del cine de género a un director con audacia y que parece haberse reencontrado con su vertiente más genérica y personal. En este filme, una extraña droga (como una cocaína de color rojo) prepara una noche de pesadilla para tres jóvenes que se iban de fiesta esa noche; en la que todo el mundo se irá a pique y parece imposible sobrevivir.
Rodada en plano secuencia, sin trucos digitales de por medio, Moreau nos construye una pesadilla física que reconecta en esas esencias con el «cine extremo francés», en su crudeza y violencia, tanto emocional como física. A ello se suma una nueva revisión, muy de tendencia actual, del infectado o «zombie» para generar una nueva mirada al «angst» generacional y social que vivimos en estos tiempos de incertidumbre. Probablemente más allá de su fisicidad (a destacar el trabajo de sus dos jóvenes actrices, Lucille Guillaume y Laurie Pavy), la propuesta no genera nada nuevo, ni siquiera su apuesta técnica; pero es irremediablemente una alegría encontrarse con una película y un cineasta que recupera unas esencias prácticamente perdidas hoy día y que nos han regalado a notables talentos del cine de género como Alexandre Aja o la dupla formada por Alexandre Bustillo y Julien Maury. Puede tener presencia en el palmarés.