El hombre de blanco


Título original: Yurusarezaru mono (The Man in White)
Año: 2003
Duración: 150 min.
País:  Japón
Director: Takashi Miike
Guión: Shigenori Takechi
Música: Kôji Endô
Fotografía: Kazunari Tanaka
Reparto: Masaya Sato, Shôko Aida, Naomi Akimoto, Narumi Arimori, Kenichi Endo, Tatsuya Fuji, Mitsuru Hirata, Renji Ishibashi, Masaya Kato
Productora: Cinema Paradise
Género: Thriller | Crimen. Yakuza & Triada


Sinopsis

El protagonista, Asuza, es un yakuza -siempre vestido de blanco- criado en las calles en un clima de tragedia marcado por la muerte de sus progenitores. El padre es asesinado por su hermano y la madre se suicida seguidamente. El sentimiento de culpa tortura al anti-héroe mientras se apoya en la figura paternal de su jefe. Tristemente el destino volverá a jugarle una mala pasada, cuando su superior muera asesinado repentinamente. El hombre de blanco buscará al asesino obsesivamente para descubrir una trama más compleja de lo que había imaginado al principio. (FILMAFFINITY)


«Todos necesitamos una razón para vivir… y para morir. Con una razón para morir, puedo vivir al límite.»

The Man in White es una de esas joyas que no encuentras a primera vista, sino que tienes que pasarte meses buscando para conseguirla. Quien esté familiarizado con el cine de Takashi Miike, uno de los directores más excéntricos, adictos al trabajo (solo en 2002 dirigió 8 películas, las mismas que la fimografía total de Tarantino) y geniales de la industria japonesa, sabrá que le encanta usar recursos nuevos en cada película y se toma la realidad a su manera, pues puede estar contándote una historia totalmente verosimil y concluira con elementos fantásticos y de ciencia-ficción, de los que está repleta su saga Dead or Alive. Estamos hablando del director de Zebraman, un super héroe disfrazado de cebra que pelea contra unos minialiens hechos con el paint.

Es un director que no se ha encasillado en ningún género, lo hemos podido ver haciendo cine de terror (Llamada perdida), gore (Ichi: The Killer), drama (Rainy Dog), acción (saga Crows 13 asesinos), musical (La felicidad de los Katakuri), western (Sukiyaki Western Django), thriller de ciencia ficción (Ace Attorney), incluso se atrevió a hacer un remake muy acertado del clásico de Kobayashi: Harakiri (Seppuku). Pero todas sus películas destacan por incluir elementos cómicos y guiños eróticos, algo de lo que también está repleta la filmografía de Hitchcock. En resumen, es una filmografía bastante rara, extensa y friki que demuestra lo que goza con su trabajo el director japonés.

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En esta película, vemos como una gran idea le conduce a la realización inmediata del producto con los recursos que encuentre, desinteresándose por el resultado técnico con tal de grabar enseguida ese guión que tiene formado en la mente. Esto provoca que la obra final técnicamente sea bastante floja, pues las escenas nocturnas grabadas en exteriores no se aprecian bien, el plano se mancha de negro impidiendo distinguir lo que ocurre. Se convierte así en un producto que cualquiera diría que está realizado por un equipo amateur con la cámara más barata del mercado (la que se usa para grabar cumpleaños). No obstante, la gran labor de montaje hace más que disfrutable la cinta, además de disimular en gran medida los fallos de fotografía. Mención especial merece la edición de la pelea en el callejón, una de las mejores escenas a mi parecer junto al plano subjetivo en secuencia desde el punto de vista de un plato, Miike es un genio, de la conversación en un restaurante entre yakuzas (en la segunda parte).

Esta historia de venganza yakuza a primera vista puede parecer que no muestre nada que no haya enseñado ya Miike en cualquiera de sus otras películas sobre la mafia japonesa, que son muchísimas, pero si le das una oportunidad verás enseguida que realmente la narración importante es la historia de vida del protagonista y su antagonista. Gracias a los múltiples flashbacks poco a poco vas conociendo la historia de estos dos personajes, la cual esconde más paralelismos de los que en un principio piensas.

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La narración se divide en dos partes, las cuales se rodaron consecutivamente pero se estrenaron por separado. La primera presenta a los personajes e introduce al espectador en la trama ya de por sí elaborada. Esta parte tiene un inicio y una conclusión, por lo que se puede ver independientemente de la segunda, pero no lo recomiendo pues es en la segunda donde se ve toda la calidad de la película. La segunda parte es mucho más profunda, filosófica, a la vez de estar repleta de escenas geniales de acción (cada vez que los protagonistas entran en un edificio sube el pan) y conversaciones escritas y representadas brillantemente. En esta podemos ver cómo evoluciona la relación entre los dos personajes principales, los cuales tienen más en común de la aparente rivalidad y el gusto por la violencia. hasta llegar al perfecto final que dejará a todo el mundo boquiabierto.

Las actuaciones, como es habitual en el cine japonés, son muy buenas impidiendo destacar alguna en particular, así que prefiero destacar la cinta en su conjunto que, independientemente de la descuidada fotografía, es una de esas maravillas que te alegras de haber encontrado por casualidad. Puede que sea por lo fiel y fanático que soy de este carismático director, pero esta obra no merece menos de un notable pues es sin duda el mejor trabajo de Takashi Miike.

Valoración: 8/10

J. Justo Moncho

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