«Sharknado: The 4th awakens»; finalmente, la exageración desmesurada perdió su gracia

Nota:

La loca saga de telefilms sobre tornados de tiburones se ha convertido en una obra de culto gracias a lo descabellado que resulta su argumento. Fue una agradable sorpresa que hizo resurgir la Serie B más difrutablemente cutre de la televisión. Desde que en 2013 se estrenara la primera película, convirtiéndose el la película más tuiteada de la historia, cada verano nos llega una nueva entrega más exagerada que la anterior, consciente que el fruto de su éxito es ese y no duda en tomarse cada vez menos en serio. El problema es que llega un momento que el chiste no hace gracia.

Partimos de una trama descabellada probablemente para suplir la falta de imaginación, lo que produjo paradójicamente que fuese un exitazo la primera Sharknado. Pero esta carencia de ideas provocó que con cada secuela chirriara más y dejara entrever la cercana e indeseada pérdida de gracia. Tardó tres secuelas, pero llegó.

El metraje está compuesto casi en su totalidad de chistes sin gracia en los que se parodian otras obras, algo que no necesitó en ningún momento la primera entrega para entretener al público. Además, la irrealidad en la que se desarrollan las historias deja de ser atractiva, pasando las escenas descabelladas de ser motivo de codazos y risas entre amigos a provocar manos en la cara para aliviar la vergüenza ajena.

Eso sí, sigue siendo el mismo producto de siempre solo que la novedad se ha desvanecido. Son un género de películas para ver con los amigos mientras se comentan -ebrios a ser posible-. A mí me encanta este tipo de producciones por eso, porque se convierten en una red social donde pasar un buen rato con otras personas con lo absurdo de la propuesta, ya que su falta de seriedad evita que el espectador tenga que estar con los 5 sentidos puestos en la pantalla. Simplemente, da pie a la evasión y a la excusa para beber.

El problema de esta cuarta, como iba diciendo, es que llega un momento que el producto de siempre acaba pasando de ser entrañable a ser algo repetitivo, algo redundante. Aunque me preocupa haberme aburrido con esta última entrega, estoy convencido que cuando salga la quinta organizaré una nueva quedada para ponerla de fondo. Espero divertirme esa vez.

J. Justo Moncho

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