«Imperium»; infiltrados en el fascismo americano
Daniel Radcliffe se reafirma en Imperium como un brillante actor que ha sabido sobreponerse a la sombra de la saga Potter
Mucho se ha bromeado con el aspecto de Daniel Radcliffe en las imágenes que nos iban llegando del rodaje de Imperium. Harry Potter y la cámara de gas, decían. Nada más lejos.
Estamos ante una cinta que trata sobre neonazis, pero dentro de un intrigante thriller policíaco. La investigación se adueña de la trama desde es inicio, por lo que erramos si la tratamos como una película de skinheads al uso. Es una historia de infiltración sin caer en los tópicos que hemos podido ver en otras películas. No encontramos un protagonista temeroso y paranoico por la presión que le supone el ser descubierto.
Además, volveríamos a errar con ese sobrenombre chistoso referido a la participación de Radcliffe en la saga Harry Potter. Poco queda de ese actor amateur que se contentaba con un papel sin sustancia. Poco queda de los personajes enfocados a todos los públicos. Radcliffe ha sabido por fin hacer olvidar esa imagen que parecía que siempre le perseguiría. Ahora, el joven actor está brillando más que nunca con papeles en los que en un principio no lo reconocíamos y los cuales ha defendido a la perfección. Lo vimos en Horns, lo vimos en la ganadora de Sitges 2016 Swiss Army Man, y ahora lo vemos en Invictus.
En esta ocasión lo vemos en la piel de un policía introvertido que decide infiltrarse en un grupo de supremacía blanca, por lo que veremos dos caras: la temerosa y la agresiva. Ambas llevadas a cabo con un alto nivel interpretativo, con el que le abrirán muchas puertas en su carrera.
Apresurado final
No obstante, la historia falla en muchos aspectos. Por un lado, pese a tratarse de un digno entretenimiento que en ningún momento se vuelve tedioso, el apresurado final desconcierta. La falta de elaboración del desenlace puede llegar a romper un decente trabajo hecho a lo largo del metraje, haciendo que en este caso el espectador olvide las partes más atractivas de la cinta por situarse ante un desastroso final.
Por otro lado, la humanización de un grupo radical no ayuda a la conciencia del público. Hablamos de un medio de comunicación global cuando tratamos el cine, y buscar el lado simpático y cercano de neonazis no es la apuesta más razonable si se pretende criticar un movimiento. A consecuencia de esto, se acaba victimizando a los mismos personajes que nos plantean como los villanos de la película.
En definitiva, Imperium es una obra que en ningún momento aburrirá pero que fácilmente se olvidaría pasados los días si no fuese por el buen trabajo de su protagonista, Daniel Radcliffe.