«Ghost in the Shell», decepcionante adaptación amenizada por una genial ambientación
Scarlett Johansson no consigue llegar a la Kusanagi original, pues Ghost in the Shell es algo más que efectos especiales y un buen decorado
En 1989, Masamune Shirow publicaba el inicio del manga llamado Ghost in the Shell en un solo volumen, que dio lugar a otros dos. Seis años después, de manos de Mamoru Oshii nos llegaría la primera de las películas adaptadas de forma animada. De esta forma, la obra se convirtió en una de las favoritas y más queridas por los fans del género. Ahora, veintidós años más tarde, nos llega el reamke en live action de parte de Dreamworks junto a Paramount.
Nos encontramos en un Japón hiperinformatizado y futurista, donde cualquier cosa es posible. De tal forma, el cerebro de Mira Killian, también conocida como ‘Major’, es trasplantado a un cuerpo cibernético tras haber muerto en una misión. De esta manera, sus habilidades se disparan, pudiendo hacer cosas impensables para cualquier humano. Al mando de la sección 9, un grupo de élite que vela por la seguridad, la ‘Major’ tendrá que hacer frente a Kuze, un hacker informático que atenta contra la compañía que creó su cuerpo cyborg y se les resiste. Junto a ella se encontrarán Batou, un exmilitar altamente cualificado; Togusa, un joven que antepone su dignidad y fidelidad ante todo; y Aramaki, el director de la sección 9.
Esta adaptación viene dirigida por Rupert Sanders, creador de Blancanieves y la leyenda del cazador. Alejándonos del apartado técnico y centrándonos en el guión, la única manera de definir esta película es como fallida. El atractivo que tanto gustó de la original, esos debates introspectivos entre la verdad y lo correcto, la esencia del individuo y posición en un mundo demasiado avanzado, se pierden dando paso a un sin fin de recuerdos, visiones y descubrimientos que, aunque no lleguen a aburrir, sí decepcionan. También cabe decir que, no buscando un calco exacto de la original, tal lejanía será un punto añadido para sus detractores. Sin embargo, la fidelidad exacta que hay en tres secuencias consiguió llenarme de ilusión, aunque de forma insuficiente.
Gran ambientación con meteduras de pata en los efectos especiales
Como suele suceder en toda película cyberpunk, nos encontramos ante un futuro distópico altamente informatizado y donde las diferencias entre clases son abismales. Así, mientras las clases altas disponen de altos rascacielos elegantes con grandes avances tecnológicos y mucha publicidad de grandes empresas, las clases más bajas se amontonan en bloques de pisos en pésimas condiciones, mercados urbanos y reliquias propias de nuestro tiempo. Una grata experiencia visual de las que llevan a abrirte los ojos como platos y dibujar una pequeña sonrisita de asombro. La caracterización de los personajes es igual de asombrosa.
Sin embargo, no se puede decir lo mismo del apartado de efectos especiales. Aunque la mayoría de ellos son correctos (no muy difíciles), yo fui capaz de encontrar dos que me hicieron llorar. El más destacado es el bochornoso uso del CGI cuando, tras un ataque, la ‘Major’ está siendo reconstruida. Fue en ese momento cuando mis ojos no podían creer lo que estaban viendo, justo antes de ser tapados por mis manos y maldecir. Excluyendo este estrepitoso efecto, los cyborgs, la invisibilidad y los carteles publicitarios holográficos resultan aceptables.
Actuaciones planas que no ensalzan la película
Interpretando a la ‘Major’ Kusanagi, Scarlett Johansson, la gran estrella de la película, no consigue sorprendernos en el papel principal. Sabiendo que es un personaje bastante plano, sin sentimientos apreciables y sin grandes expresiones, aún se hace más aburrido y frío. Pilou Asbæk (Batou), sin embargo, sí consigue una actuación apreciablemente significativa pese a su papel secundario. Takeshi Kitano (Aramaki) está sencillamente magistral, ayudado por el hecho de haber mantenido su doblaje original no traducido. Michael Pitt (Kuze) realiza también una buena actuación, con constantes idas y venidas al mundo de la locura. Juliette Binoche (Dra. Ouelet) y Chin Han (Togusa) están acertados en sus interpretaciones, siendo la primera más relevante y con mayor peso que el segundo.
De esta forma, Ghost in the Shell es una película que no será recordada por nadie. Para los fans del anime y manga, una reproducción falta de carisma y fidelidad, donde se andan bastante por las ramas. Para los que vayan a buscar entretenimiento, será un largometraje que no aporte grandes dósis de acción ni intriga y se pierda en nimiedades. Únicamente los aficionados a la ciencia ficción podrán llegar a sentir atracción aunque, desde luego, no es lo que en los trailers cabe esperar.
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