En favor del doblaje (II)

Hace poco escribí que la película mejor doblada de la historia del cine es Malditos bastardos (2009), de Quentin Tarantino, y puede que lo sea. Pero también puede que me equivocara. Es difícil discutir con uno mismo, pero lo voy a intentar.

El mismo día que publicaron el artículo, es decir, el pasado 3 de mayo, vi La decisión de Sophie (1982), de Alan J. Pakula, director, entre otras, de la gran Todos los hombres del presidente (1976), de la que también he hablado, y escrito, por estos lares, protagonizada por Meryl Streep y Kevin Kline. La cinta, con un punto culminante brutal, desgarrador, es, sin duda, una de las más duras y descorazonadoras de siempre, y cuenta las vivencias y los malos recuerdos de una superviviente del campo de exterminio de Auschwitz.

La decisión de Sophie le valió el Oscar a la Mejor Actriz a su protagonista. Merecidísimo, por supuesto. Meryl Streep realiza una interpretación canónica, histórica, diría yo, ya que para ejecutarla tuvo que aprender polaco y alemán, además de tener que actuar, en ciertos segmentos de la obra, con las características físicas y psicológicas de una interna de uno de los horripilantes campos de exterminio nazis. En fin, una interpretación de las que marcan hitos y épocas. Y una actuación tan delicada debía, necesariamente, contar con un doblaje a la altura. Y lo tuvo.

En el anterior artículo hablaba del buen hacer y del amor por su trabajo de los actores de doblaje de Malditos bastardos por tener que poner la voz de intérpretes oriundos de donde se desarrollaba la trama de la película, haciendo especial énfasis en la escena de la taberna francesa con los Bastardos, Fassbender y Kruger infiltrados en territorio ocupado, y cómo los responsables del doblaje fingían los acentos alemanes de los que hacían gala los personajes. Pues algo similar ocurre con La decisión de Sophie.

Rosa Guiñón, la actriz que presta el idioma castellano a Meryl Streep, impostó el acento polaco en esta película para sumergirnos en el terrible drama humano que se nos está narrando. La intérprete americana, como se ha dicho, tuvo que aprender otras dos lenguas para realizar este personaje, y habla ambas en los minutos de metraje que se desarrollan en Auschwitz, pero la historia está planteada como una retrospectiva, y los espectadores conocemos su experiencia cuando ella está en Nueva York, y aquí, en la versión original, habla, lógicamente, en inglés. Así que todo encaja. Rosa Guiñón demuestra, veintisiete años antes de Malditos bastardos, ese saber hacer artesano en su trabajo.

Y no será la única vez que lo haga. En Memorias de África (1985) volvería a doblar a Meryl Streep, que compartía cartel con Robert Redford, que en la película de Sidney Pollack interpretó a una escritora danesa, con el acento originario del personaje.

Insisto y me reitero, en España están los mejores actores de doblaje del mundo.

Aparte de por ensalzar la figura de esta actriz española, he querido escribir una segunda parte del artículo porque me dejé algunos actores en el tintero. En el primero hablé de Clint Eastwood e inquirí qué sería de él, de su figura, de su aura y de sus personajes sin Constantino Romero.

Pues algo parecido pasa con Humphrey Bogart. No vean, por ejemplo, Casablanca (1942), una película mítica, además de una de las mejores de la historia y una de las favoritas de un servidor, o El halcón maltés (1941), Tener y no tener (1944), El sueño eterno (1946), El tesoro de Sierra Madre (1948), La reina de África (1951), Sabrina (1954)…, en versión original, por favor. No dejen que la voz chillona de este legendario actor les perfore los tímpanos, teniendo la de José Guardiola para elegir, al contrario que, por ejemplo, Ingrid Bergman, Mary Astor, Lauren Bacall, Katharine Heprburn y Audrey Hepburn, que no tuvieron esa ventaja.

Bruce Willis es un caso similar, aunque el suyo no sea tan chirriante como los anteriores. La voz de Ramón Langa, al que podemos ver interpretando a Ambrosio Spínola en El Ministerio del Tiempo (2015- ), es absolutamente indisoluble de la imagen que en España se tiene del actor de La jungla de cristal (1988), El sexto sentido (1999) o Sin City (2005).

Incluso una película española como Alatriste (2006) habría mejorado con Juan Antonio Bernal, la voz habitual de Viggo Mortensen, protagonista de la cinta de Agustín Díaz Yanes, doblando a la del personaje de Arturo Pérez-Reverte, porque ese acento preñando de  matices argentinos y con las eses pronunciadas con rabia no pegaba, aunque en mi opinión, es lo único que falla a la interpretación, porque en cuanto al físico y a la actitud, el actor está más que correcto, en absoluto con un soldado de los Tercios de Flandes del Siglo de Oro.

Debemos apreciar lo que tenemos cuando es bueno. Y el doblaje en España, insisto, es excelente. Disfrutemos de ello.

Guillermo García Gómez

Guillermo García Gómez ha escrito 47 artículos en Ciempiés.

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