«En realidad, nunca estuviste aquí»; atrevido thriller à la Winding Refn
Ayer pudimos ver, entre otras, la esperada En realidad nunca estuviste allí, originalmente titulada A Beautiful Day, que supuso una agradable sorpresa genérica en el equinoccio del Festival.
Sinopsis
«Una adolescente desaparecida. Un sicario brutal y atormentado en una misión de rescate. El poder corrupto y la venganza desatan una espiral de violencia que podría llevarle a abrir los ojos».
Un thriller depurado
Además de muy británica, Lynne Ramsay es de aquellas directoras que han ido cosechando éxitos ininterrumpidos a lo largo de su corta filmografía (siendo 1999 el año de su debut en el largometraje, con Ratcatcher): Premio de la Juventud a la Mejor Película Extranjera en Cannes y premio FIPRESCI al Mejor Director del Año en el mismo Festival San Sebastián. En 2011 volvería a recoger galardones con Tenemos que hablar de Kevin, un thriller protagonizado por Tilda Swinton y John C. Reilly, por el que sería nominada, entre otros, a la Palma de Oro también en Cannes. Así que es más que natural que su nueva propuesta, En realidad nunca estuviste aquí, que en Cannes le valió a Joaquin Phoenix el rubro a Mejor Actor, despertase interés en su llegada a San Sebastián.
Interés, que a lo mejor no un éxito rotundo. Empezando por un guion que cae en todos los paradigmas de género que John Ford inauguraba con Centauros del desierto en 1956 y Martin Scorsese revisitaba desde el noir en 1976, con su icónico Taxi Driver: un cazarecompensas torturado se ve obligado a ayudar a una pequeña niña secuestrada por unos bárbaros, en este caso políticos pederastas. Si bien la historia no es precisamente original, tampoco lo era su fuente literaria, la homónima novela de Jonathan Ames, que sigue teniendo una estructura tan universal que hasta el espectador menos crítico irá frecuentemente por delante de la trama.
Y, a pesar de todo, la guionista-directora ha sabido aprovechar el manido material original para introducir un poco de sal y pimienta a las situaciones más esperpénticas. ¿Cómo? Desliterarizando el material, aprovechando el núcleo potencialmente cinematográfico de las escenas y desechando el resto, de modo que el guion queda completamente libre de rastros literarios – lo que está muy bien, dada la sorprendente propensión a mantener recursos netamente literarios en películas (hablaba de ella en mi crítica de La douleur). Por fin una película que no quiere ser novela.
De hecho, siguiendo esta apuesta por la purga literaria en el guion, la planificación, quizá el mayor acierto del film, es completamente depurada. No hay un solo plano que sobre, que redunde o enfatice innecesariamente. Y, como buena amante del thriller neo-noir más videoclipero à la Nicolas Winding Refn, Ramsay va más allá y convierte este relato fundamentalmente genérico en un film puesto en escena desde el esteticismo y la búsqueda de ese «one perfect shot», tan en boga en las grandes producciones actuales. Lo que no molesta, por la simple razón de que constituye una alternativa a esa estética tan manida del thriller como un espacio a base de callejones azuloscuros. Si a eso le añades un montaje muy bien trabajado en cuestión de ritmo y un diseño de sonido convincente (aunque un par menos de subidas repentinas de volumen como susto gratuito se hubieran agradecido), obtienes un producto de género mucho más atractivo que una simple película de tipos duros.
Una nota antes de acabar, en forma de pregunta retórica: ¿Qué os pasa con poner música de los 50 en escenas de violencia? Empieza a convertirse en un gran cliché que dejar de lado siempre que podamos, si no lo es ya. En la película, literalmente cada escena de violencia tenía una muy conveniente radio de fondo con un tema alegre y antiguo sonando de fondo. Se ve que toda la población en Cincinnati escucha a los Hermanos Pizarro estos días, ¿no?. En serio, dejadlo ya.
Y Joaquin Phoenix ha demostrado, una vez más, que es un actor de primera. De cabo a rabo. El oso abrazable que es Phoenix en algunas de sus cintas más conocidas es reemplazado brutalmente por el viejo matapersonas a quien le gusta abatir a la gente a base de martillazos, y aún así, da una tremenda profundidad al personaje, al que nunca describirías como un simple sicario. Ahora, ¿puede Phoenix volver a ser adorable? Gracias.
En conclusión, este es un thriller atrevido que parte de un argumento más que conocido para apostar duro por su puesta en escena y su gran actor principal. Recomendable.