«La forma del agua»; Del Toro ofrece un canto de amor al cine abrazando el fantástico con una hermosa fábula romántica
El medio siglo del Festival de Sitges ha encontrado en el mexicano Guillermo del Toro una de las formas más maravillosas de inaugurar su especial edición; el maestro mexicano del cine fantástico compone su obra más bella y un hermoso homenaje al cine y sus pasiones, a la Serie B y al cine clásico, ofreciendo además una hermosa fábula sobre el amor y la lucha por éste como forma de romper la oscura realidad.
Del Toro comienza ya la cinta con una voz en off y unos espacios de fantasía en los que encontramos a una especie de “princesa durmiente” inmersa en pleno escenario acuático, tras esto sueno el despertador y se nos presenta a Elisa, una huérfana muda que vive sola en un pequeño piso sobre un cine y que trabaja en una base científica y de defensa del gobierno estadounidense. Su rutina y su única relación con su compañera del trabajo (Octavia Spencer) y su vecino artista (Richard Jenkins), exponen la soledad del personaje que continua buscando un sentido; eso llegará cuando empiece a conocer a la criatura acuática que los generales y los científicos del centro tienen recluida y a la que expone a dolorosas torturas el jefe del centro (Michael Shannon).
Del Toro teje una maravillosa historia de amor que abraza el fantástico como universo y que deja un apasionado homenaje al cine, a la fantasía del Hollywood clásico como escape de la oscura realidad y añadiéndole gracias a sus personajes y escenarios, un espíritu digno de la Serie B de los 30 y 40 y de las aventuras pulp de la época en la que se contextualiza, los años en plena Guerra Fría y conquista espacial y de poderes.
Con una criatura (Doug Jones) que recuerda al arquetipo mítico de monstruo clásico – el creado en La mujer y el monstruo de Jack Arnold -, del Toro interpreta en su universo el mito de “la bella y la bestia”, conquistándonos con una ternura y una construcción elegante de las secuencias siempre rodeadas de cierto halo simbólico y poético. Recordando a clásicos como La bella y la bestia de Jean Coucteau, del Toro teje el romance más hermoso del año; no sólo por su sensibilidad y espíritu clásico sino también por la luminosidad, inocencia y fuerza que evoca; siendo por encima de todo un poderoso relato sobre el amor y las almas solitarias y nuestra capacidad de otorgar inocencia y luz frente a una realidad racista, violenta y conspiradora.
Rodeada de un magnífico elenco interpretativo en el que cabe destacar a prácticamente todos; realmente brillantes Michael Shannon como villano y encarnación del macho de la USA conservadora y Michael Stuhlbarg como “Mad Doctor” con ciertos principios éticos. Pero si algo destaca es una excelente Sally Hawkins, encarnando en su muda interpretación la inocencia, delicadeza y decidida actitud de esa solitaria inadaptada que encontrará el sentido a su vida en su amor por la criatura acuática.
El cineasta mexicano teje seguramente su obra más equilibrada y clásica y una de las obras más apasionadas y hermosas del año; permitiendo una inauguración preciosa al Festival de Sitges gracias a la pasión por el cine y el fantástico que el universo de del Toro transmite, destacando su sensible historia de amor – donde no evita el sexo; inusual hasta ahora en su filmografía – y una construcción de personajes brillante.
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