«Canción de Nueva York»; Marc Webb vuelve al género que lo encumbró con aires sofisticados y homenajeando la ciudad de Nueva York
Marc Webb regresa al indie con Canción de Nueva York, donde realiza un decepcionante ejercicio de homenaje a la Gran Manzana
Tras su pobre paso por la franquicia Spider-Man con el reboot y la secuela protagonizada por Andrew Garfield y Emma Stone; Marc Webb parece volver al terreno del indie y la comedia romántica que le encumbró con la excelente 500 días juntos (2009) en Canción de Nueva York, una cinta con joven melancólico y romántico que busca su rumbo en una sofisticada Nueva York, que ha perdido su esencia de las décadas pasadas.
Thomas Webb (Callum Turner) es un joven licenciado enamorado de su mejor amiga (Kiersey Clemons), aunque esta no lo reconoce; de pronto descubre la infidelidad de su padre (Pierce Brosnan) con una sexy editora más joven que él (Kate Beckinsale), preocupándose por la salud inestable de su madre (Cynthia Nixon) y encontrando en un nuevo vecino del bloque (Jeff Bridges) a su confesor y maestro frente a sus devaneos sentimentales y todo lo que le rodea.
Poniendo como protagonista a un joven en busca de su lugar en el mundo – similar al caso de su famosa comedia indie -, Webb busca ofrecer un canto a la ciudad de Nueva York, lejos eso sí de la iconicidad, romanticismo y profundidad que Woody Allen consiguió, mezclado por un tono sofisticado que nos retrotrae al clásico El graduado (a lo que el uso de la música de Simon & Garfunkel ayuda).
Regreso decepcionante al género
Webb busca una puesta en escena con toques diferenciadores frente a otras propuestas similares, aunque con un resultado menor a otros trabajos anteriores; añadiéndose a ello una visión pija de la Nueva York más sofisticada llena de diálogos impostados, que frivolizan y no permiten conectar con sus personajes lo suficiente. Un filme que busca conectarlos a todos en un acto final lleno de giros melodramáticos – aunque algo previsible y decepcionante – que no puede salvar ni un carismático Jeff Bridges en la piel del guía y confesor del joven Thomas.
Webb deja una comedia romántica que busca emular a sus maestros (Woody Allen y Mike Nichols) desde una sofistificación impostada y unos personajes menos redondos de lo que aparentan, suponiendo un regreso decepcionante al género y tipo de relato que otorgó a Webb un lugar privilegiado en el cine estadounidense.