(Otras) siete películas para conocer el periodismo americano
Os dejamos con la segunda parte de nuestro reportaje dedicado al mundo del periodismo en el cine
Las películas sobre periodismo son uno de los géneros más ricos y fructíferos de la historia del cine. Los argumentos inspirados por reporteros, investigadores o magnates de los medios han dado pie a algunas de las mejores cintas del séptimo arte, como Luna nueva o, especialmente, Ciudadano Kane. Ya sean narraciones más ambiciosas, como en el caso de la referencial Todos los hombres del presidente, o más humildes, por ejemplo Buenas noches, y buena suerte, los largometrajes sobre periodistas siempre han sido, en mayor o menor medida, interesantes y dignos de tener en cuenta.
Y este hecho no ocurre solo en el cine norteamericano. Producciones italianas como El reportero, de Michelangelo Antonioni, o La dolce vita, una de las obras maestras del gran Federico Fellini, o españolas como Soldados de Salamina, de David Trueba, dan prueba de ello: las películas sobre periodismo tienen un atractivo innegable, en algunos casos por su épica y su magnificación y en otros por su mordacidad o acierto.
Hace tiempo ya escribí por estos lares un reportaje en el que intentaba dar una visión amplia de la historia periodística de Estados Unidos a través de siete películas, que trataba de abarcar todas las épocas del siglo XX, desde la ya mencionada Luna nueva, una de las cumbres del cine de Howard Hawks, protagonizada por Cary Grant y Rosalind Russell, hasta la recientemente oscarizada Spotlight. Y a raíz del estreno de Los archivos del Pentágono, una especie de precuela del caso Watergate, la nueva película de Steven Spielberg, me decidí a escribir una segunda parte de aquel texto.
Vamos con ello.
1.º Sucedió una noche
El maestro Frank Capra dirigió, en 1934, a Clark Gable y Claudette Colbert en esta crónica de los pocos escrúpulos que muestra un periodista recién despedido cuando se le presenta la noticia del año.
La rebelde hija de un multimillonario se escapa de las pesadas garras de la sociedad y del matrimonio al que los convencionalismos la empujan, para caer en manos de un reportero, más artero que profesional, que, ante su inminente despido, decide vender la historia a su editor para que vuelva a contratarlo. Pero durante el trayecto, y ante las experiencias, que estos personajes comparten surge entre ellos un fuerte vínculo que culminará en una de las mejores historias de amor del séptimo arte.
Una dirección impecable, un guion sin fisuras y unos actores perfectos para sus papeles son los ingredientes de esta obra cumbre del cine norteamericano, que Capra materializó unos años antes de firmar Juan Nadie, otra película sobre periodismo, protagonizada por Gary Cooper y Barbara Stanwyck, de línea argumental y conclusión similares. Una auténtica joya, en consonancia con toda la obra del realizador.
2.º El cuarto poder
Humphrey Bogart contra el mundo, contra la política, contra la mafia. El gran Bogart solo contra todos, defendiendo lo que merece la pena defender: el periodismo libre, sin ataduras, de calidad y combativo. Todo un canto a la libertad de prensa y de expresión que cumple a la perfección con los cánones de este tipo de cintas. Y no nos olvidemos de Humphrey Bogart, por favor.
Richard Brooks maneja los hilos de esta producción genial, con una ambientación perfecta y asombrosamente interpretada, con un mensaje ejemplar para todos los profesionales de este oficio. Imprescindible. Además, ¿he dicho ya que sale Humphrey Bogart?
3.º Vacaciones en Roma
El mítico guionista Dalton Trumbo y el director William Wyler construyeron otra de las grandes historias de amor del cine. Con un argumento de corte similar al de Sucedió una noche, aunque con una conclusión completamente opuesta, los creadores de esta icónica película dibujaron una metáfora sobre la imposibilidad de huir del destino de cada uno.
Gregory Peck interpreta a un periodista que se encuentra con una princesa fugada, a la que da vida Audrey Hepburn, que trata de escapar de los protocolos que la imponen, y que decide ocultar su profesión y sus intenciones para vender otra noticia del año. Caminos dispares que se juntan y que, al final, se vuelven a separar, para que cada caminante continúe con su oficio. Genial historia que nos ha brindado alguna de las imágenes más famosas del séptimo arte.
4.º Primera plana
El maestro Billy Wilder ejecutó una deslumbrante revisión del clásico Luna nueva, contando con algunos de sus actores más habituales: la extraña, y espléndida, pareja formada por Jack Lemmon y Walter Matthau, a los que acompaña Susan Sarandon, para dar vida a una de las sátiras periodísticas más agudas que se hayan rodado.
Fundamentales para todo cinéfilo son las peripecias que Matthau hace para retener a Lemmon en su periódico, estando este ya está decidido a marcharse, cuando se le presenta cierto acontecimiento y se le afilan los colmillos. Desternillante e inteligentísima parodia del mundo del periodismo, que merece la pena ver únicamente por estar firmada por Wilder e interpretada por una de las duplas más carismáticas de la historia del cine.
5.º Los gritos del silencio
Roland Joffé dirigió uno de los mejores debuts del séptimo arte con esta escalofriante cinta sobre un corresponsal de The New York Times en la guerra de Camboya a principios de los años 70, y la relación de amistad que surge entre él y un nativo, su guía por el país asiático.
El reportero consigue salir de Camboya cuando se retiran las tropas estadounidenses, pero su amigo no logra escapar, y acaba internado en un campo de concentración, solo, sin su familia, que ha emigrado a Norteamérica. Terrible historia de amistad, de lealtad y de destinos truncados por la guerra.
6.º El desafío: Frost contra Nixon
Después del estruendoso caso Watergate, el expresidente Nixon concedió una única entrevista, años después de su dimisión, al periodista británico David Frost. Ron Howard nos relata dicho interrogatorio, más que cuestionario, su preparación y las dudas sobre el éxito o la conveniencia de la realización de la entrevista, de forma magistral, adecuada para el caso.
Unos espléndidos Frank Langella y Michael Sheen interpretan al mandatario y al presentador, para construir todo un alegato a favor de la libertad de prensa y reconstruir uno de los documentos televisivos más famosos de la historia política y periodística americana. Película precisa y exhaustiva, todo un acierto por parte de Howard.
7.º Los archivos del Pentágono
Steven Spielberg firma su primera película sobre periodismo con la maestría con la que ejecuta cualquier trabajo, independientemente del género. Ya puede ser una cinta dramática, o bélica, o de ciencia ficción, o de espías, que si lleva el sello de este director, será una buena obra.
Spielberg, decía, cuenta con minuciosidad, casi como si fuera un artículo de investigación, la publicación, en primer lugar en The New York Times, de los documentos del Gobierno norteamericano en los que se probaban las mentiras, de hasta cuatro legislaturas, en la política referente a Vietnam, y la lucha que los periodistas del Times y de The Washington Post mantuvieron con el poder, con todos ellos, para defender su derecho a informar.
Protagonizada por Meryl Streep, inmensa como de costumbre, que da vida a la primera editora del Post, y Tom Hanks, Los archivos del Pentágono, que termina justo antes de la explosión del caso Watergate, otra vez a vueltas con Nixon, es un canto a la libertad de la prensa y al periodismo de calidad, que viene al pelo en la actualidad, en la época de las noticias falsas, mal denominadas «noticias», para recordarnos el qué, el porqué y el cómo de este oficio.
Cine y periodismo son un binomio prolijo, una pareja bien avenida, como la de Primera plana, gracias a la que hemos disfrutado de algunas de las mejores películas de la historia, o nos ha hecho sentir orgullosos del buen hacer de la prensa en épocas concretas, o nos ha sacado los colores a los que nos dedicamos a esto, cómo no, al ponernos frente a nuestro propio espejo. Y aunque los acercamientos entre estas dos disciplinas se hayan podido producir con mayor o menor acierto, lo importante es que sus caminos, como los de los protagonistas de Sucedió una noche, se sigan encontrando, porque cuando cine y periodismo se juntan bien, surge auténtico arte. ¡Que no paren nunca las rotativas!