«Jurassic World: El reino caído»; Bayona aporta personalidad y oscuridad a una franquicia que continua sin encontrar el carisma y encanto de antaño

Nota:
Desde una interesante premisa que ofrece además una reflexión de proporciones éticas y morales, la famosa Isla Nublar se ve peligrada por la resucitada actividad de su volcán y el peligro de que su inminente erupción elimine a todas las especies de dinosaurio de la isla

El goloso botín de 1600 millones de dólares era una razón irresistible para ofrecer una continuación de Jurassic World (2015). Esta vez relevado a la tarea de co-guionista, Colin Trevorrow cede el testigo de la dirección a nuestro J.A. Bayona; una opción perfecta para devolver el fantástico, el género y la emotividad a una franquicia multimillonaria pero que sigue sin recuperar el encanto y la magia de sus inicios; aunque la personalidad del director catalán y alguna de sus ideas visuales la alcen por encima de su plana, poco carismática y nostálgica antecesora.

Desde una interesante premisa que ofrece además una reflexión de proporciones éticas y morales, la famosa Isla Nublar se ve peligrada por la resucitada actividad de su volcán y el peligro de que su inminente erupción elimine a todas las especies de dinosaurio de la isla. Ante tal catástrofe, la humanidad y los líderes se mueven entre dejar que la brutal naturaleza los elimine o salvarlos al igual que se hace con las especies en vías de extinción. El idealismo de un viejo millonario llamado Benjamin Lockwood (James Cromwell) devuelve a la isla a Owen (Chris Pratt) y Claire (Bryce Dallas Howard); buscando de paso rescatar en una aventura personal a Blue, el velociraptor criado por Owen; y evitar de paso el complot y ambición inmoral de un grupo científico liderado por la mano derecha de Lockwood (Rafe Spall), que vende y juega con la genética de los dinosaurios salvajemente.

No fui para nada un entusiasta del filme anterior, fui sin muchas expectativas y la sensación general fue bastante fría; sobre todo porque en las comparaciones con el clásico de Spielberg salía claramente perdiendo; a causa de un guión poco definido, plano y que apostaba en exceso por el homenaje y nostalgia a la original sin dibujar personajes emotivos y carismáticos con los que conectar; aunque como blockbuster veraniego funcionara a ratos. La apuesta en esta secuela al encargar el proyecto bajo la batuta de Bayona ofrecía algo más de optimismo sobre todo porque es indudable la influencia de Spielberg en su cine y el ser sin duda uno de sus más firmes sucesores al tratar en sus filmes anteriores con gran habilidad el espectáculo y la emoción.

El filme tiene mucha de las lacras de su antecesora – protagonistas endebles y poco carismáticos, conflictos dramáticos ya muy vistos en la saga y algunos giros e ideas algo precipitadas y fallidas – y sigue siendo irregular en su conjunto; aunque resulta bastante más digna gracias a la firma de Bayona, añadiendo a un blockbuster ya muy previamente diseñado elementos temáticos y tonales muy habituales de su cine – la familia, la infancia y la pérdida -, añadiéndole al tono de plana aventura un aire de oscuridad y terror gótico realmente estimable y que deja (a diferencia de la anterior) alguna secuencia remarcable dentro de la saga – muy destacable esa irrupción del Indoraptor en la habitación de la niña en la mansión Lockwood -.

Un tercer acto notable y un final que abre interesantes ideas para posibles continuaciones se añaden a un blockbuster plano y con poco carisma, demasiado continuista de su entrega anterior pero que encuentra gracias a la mano e ideas de Bayona en la dirección una personalidad que sabe jugar con elementos de la cinta clásica como el género de terror (no mostrar de forma explícita algún asedio de los dinosaurios, como su secuencia inicial) además de integrar de forma más elegante el mensaje animalista del filme y los homenajes al clásico de Spielberg, que este año además cumple unos 25 años maravillosamente bien llevados.

 

Jose Asensio

Jose Asensio ha escrito 532 artículos en Ciempiés.

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