«El gran baño»; una entrañable feel-good movie contra la depresión y la crisis de los cuarenta
Fuera de Concurso en el pasado Festival de Cannes, El gran baño supone el debut en solitario como director del actor Gilles Lellouche – co-dirigió Narco en 2004 y una de los episodios de la horrenda Los infieles (2012) – con la colaboración de grandes amigos y colaboradores como Guillaume Canet para ofrecer una feel-good movie entrañable sobre la crisis de los cuarenta y la sensación de ansiedad y depresión de sus protagonistas de clase media.
Vendida por su productora en el cartel promocional como la versión francesa de la popular Full Monty, aunque oportunista y buscando atraer a más gente, las comparaciones terminan resultando odiosas; ya que aunque Lellouche nos presenta un creativo y eficaz prólogo y dibuja a cada uno de sus dolidos personajes (con el interpretado por un siempre excelente Mathieu Amalric como tronco principal); ese enfoque superficial aunque eficaz sobre ellos evita que el retrato social que les rodea y una mayor profundidad lleguen a exponerse como si conseguía la cinta británica.
Frente a ello, Lellouche ofrece una mirada más superficial y cómica de la crisis de la mediana edad y de su situación social y laboral dando alas a un espíritu optimista que, sin ofrecer nada nuevo, funciona como bálsamo instantáneo tras salir de la sala de cine. Esa falta de mayor profundidad hace que el filme se sostenga sobre su coral y estupendo reparto lleno de nombres de primeras filas y varias subtramas sentimentales que saben ganarnos el corazón; como la del ilusionado perdedor y viejo rockero con su hija adolescente interpretado por Jean-Hugues Anglade o el frustrado vendedor de piscinas interpretado por Benoît Poelvoorde.