«La abuela»; Juventud, divino tesoro
Paco Plaza y Carlos Vermut son unos ya familiares amantes del cine de género – no es extraño encontrarlos en el festival de Sitges, sin necesidad de estar asistiendo por compromisos profesionales – y dos de las voces más talentosas del cine español de las dos últimas décadas. Nombres que han prestigiado y revitalizado al cine español con títulos como Verónica (en el caso de Plaza) y Magical Girl (en el caso de Vermut). Su amistad y admiración mutua, brindan ahora una estelar colaboración en La abuela; una terrorífica fábula sobre nuestro miedo inherente al paso del tiempo y a la vejez.
Susana (Almudena Amor) es una joven que tiene que dejar aparcado su ascenso como modelo en París para regresar a Madrid y encargarse de su abuela Pilar (Vera Valdez), al ser la única familiar viva y ser la que la crio desde pequeña cuando Susana perdió a sus padres. La anciana ha sufrido un derrame cerebral y ya no puede valerse por si misma. Lo que parecía una estancia de pocos días en lo que encontraba a una asistenta para que se encargue de su abuela, Susana acabará entrando poco a poco en una inquietante pesadilla en la que los que le rodean parecen comportarse de manera extraña y en el que algo sobrenatural se ha apoderado de la casa, o más bien de su abuela Pilar.
Paco Plaza mantiene muchos de los elementos que le hicieron brillar en Verónica; en especial su talento para el costumbrismo como base a partir de la cual construir logradas set pieces de terror; a lo que se adhiere el guión de Carlos Vermut, que aporta una mirada más específica en el detalle y una mayor sofisticación de sus temáticas dramáticas y sus interrogantes. Ambas fuerzas sirven para construir una de las cintas de terror del año; llena de recursos visuales por encima de palabras, de atmósfera y rostros por encima de efectismos que la acercan al mejor giallo italiano y no la dejan atrás de célebres cintas de terror reciente como Hereditary de Ari Aster o Relic de Natalie Erika James. Con esta última compartiendo la idea de la senectud y la vejez como un elemento de enorme pavor.
Si os encandiló en muchas cosas Verónica, cómo fue el caso de este crítico, no pueden perderse la confirmación definitiva de la madurez de Plaza como una de las voces más interesantes del cine de terror actual (no sólo en el panorama nacional). Ni tampoco la fascinante presencia de la joven revelación Almudena Amor (vista este año también en El buen patrón de Fernando León de Aranoa) y la anciana Vera Valdez en una perturbadora fábula sobre nuestro miedo más interno a la muerte, la vejez y la pérdida de la belleza.