«La balada de Buster Scruggs»; los hermanos Coen brindan en Netflix una antología sobre el western con momentos de genio dentro de su irregularidad

Nota:
Descartada su planificada estructura como serie, los Joel e Ethan Coen construyen en su película producida por Netflix seis breves historias ambientadas en el western que ahondan en la cruenta ironía sobre el destino y la muerte

Tras descartarse como serie en la plataforma Netflix, la nueva obra de los hermanos Coen se convierte ahora en un episódico largometraje cinematográfico que relata seis fábulas y leyendas escritas por los célebres hermanos ambientadas en el western más mítico, que expone un juego tonal y genérico habitual de los cineastas. Dejando en su irregularidad momentos brillantes y una cruenta ironía que reflexiona sobre la muerte y el fatalismo desde la ahondada óptica de los hermanos de Minnesota.

Presentada desde un libro de recopilaciones de aventuras y relatos del tiempo del western, La balada de Buster Scruggs no es ni de lejos la mejor película de los Coen; más bien su estructura episódica y su heterodoxia tonal y genérica le abogan a ser un filme intermitente que por toro lado sirve en parte para recopilar ciertas de las marcas temáticas de los Coen; su irónica y humorística mirada al fatalismo y al destino de los propios seres humanos, su amor por el western y el cine clásico y el talento habitual de los cineastas en lo estético y en dejar momentos remarcables en nuestra retina.

Un conjunto de relatos que pasa desde el delirio cartoon (que la asemeja a la infravalorada y brillante Arizona Baby) hasta otros relatos más reposados y que empiezan a subrayar el componente trágico y fatalista de los Coen y a cuidar mucho más su cocción narrativa. Para nada todos son brillantes, más bien la mayoría no resultan ni muy remarcables dentro de la filmografía de los directores estadounidenses; quizás vale la pena salvar el cuarto y quinto relato en el que un portentoso Tom Waits en busca de Oro en el primero; y un maravilloso y delicado western y personajes en el segundo liderados por una magnífica Zoe Kazan alzan a este segmento como el más memorable del conjunto.

Los que con ¡Ave, César! se quedaran con ganas de más quizás seguirán sin encontrar otra perfecta obra maestra de los Coen en esta recopilación de cuentos con moralina que se sustentan en parte por el triste poso y la cruel ironía sobre la muerte y la existencia humana que tan bien dominan los hermanos de Minnesota – resultando probablemente el filme más pesimista y existencial junto A propósito de Llewyn Davis – y sin perder en algunos de sus segmentos la genialidad a la que ns tienen acostumbrados. Aún así resulta un filme poco trascendente en la carrera de sus cineastas y demasiado irregular como largometraje de dos horas ante la mezcla y curiosa heterogénea de los relatos narrados.

 

Jose Asensio

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