Secundarios de lujo
Una película puede ser buena, o muy buena, por muchos motivos: desde el guion a la dirección, pasando por la fotografía, la música, la ambientación, el vestuario… Para que una cinta sea excelente se le suele conceder gran importancia, o gran culpa, a la interpretación protagonista tanto masculina como femenina; y es que es cierto, la calidad de un filme depende en gran medida de los actores principales. Pero hay veces que una película perfecta alcanza ese grado por el trabajo que desempeñan los papeles menos grandilocuentes. Veamos ahora diez ejemplos de este caso, diez películas perfectas, o casi perfectas, por lo menos todas excelentes, que se apoyan en sus secundarios.
1.º El tercer hombre (1949)
Considerada como la mejor aportación británica al cine, adaptación del libro de Graham Greene, este ejemplo perfecto del género negro nos sumerge en los bajos fondos, literalmente, de la Viena en ruinas de la posguerra. Carol Reed maneja la cámara en ángulos imposibles para mostrarnos las peripecias de un escritor americano en busca de un amigo al que todos dan por muerto.
Pues bien, Orson Welles es uno de los muchos puntos fuertes de la cinta. El aura de misterio y crimen que envuelve a su personaje, secundario, sólo podía haberla conseguido esta importantísima figura, y genio, universal. Imprescindible película.
2.º El espíritu de la colmena (1973)
El debut soñado. Víctor Erice firmó con su ópera prima una de las mejores, por no decir la mejor y refutar a la Viridiana (1961) de Luis Buñuel, películas del cine español. Para el recuerdo quedó la imagen imborrable de una jovencísima Ana Torrent, un primer plano para la historia en el que se refleja la fascinación en medio del terror y el silencio de una España más negra que gris.
Una de las figuras clave de nuestro cine, Fernando Fernán-Gómez, maneja a la perfección, como de costumbre, su personaje. Lo carga de una intensidad inalcanzable para muchos otros. Ese rostro severo y esa expresión autoritaria encajan como un guante en el ambiente que rodea toda la película. Una obra maestra.
3.º El Padrino II (1974)
La perfección hecha película. Una de las cumbres del cine. La segunda parte de la mejor trilogía de la historia. La continuación de las historias sobre la familia Corleone centra su atención ahora en Michael, heredero del imperio del finado don Vito. Grandísimo trabajo a todos los niveles. En resumen, una cinta excepcional.
Pero un estudio aparte merecen Robert De Niro y su interpretación del joven jefe mafioso. Esta parte del argumento, contada como un flashback, nos muestra los orígenes de don Vito y su ascenso al poder. El actor se mimetiza con su personaje -no es la única vez que aparece en esta lista-, llegó incluso a viajar a Sicilia para aprender el acento que habría tenido. Un espectáculo al alcance de muy pocos.
4.º Los intocables de Eliot Ness (1987)
Al Capone contra la ley. El grupo especial de la policía de Chicago, dirigido por Brian De Palma, que intentó luchar contra la venta ilegal de alcohol en los años 30 consiguió su meritorio hueco en la historia del cine.
El Oscar se lo llevó Sean Connery, pero, de nuevo, Robert De Niro, siendo Capone, es una de las muchas razones para ver esta película. La expresividad de la que hace gala el actor en la escena del bate, todos sabemos cuál es, bien merece todos los elogios y todos los premios.
5.º Uno de los nuestros (1990)
Martin Scorsese firmó una de los mejores filmes sobre gánsters jamás hechos, además de una de sus mejores obras. El ascenso de un chico humilde hasta las más altas esferas mafiosas de Brooklyn y su posterior caída en desgracia no podría estar mejor narrado ni mejor interpretado.
Joe Pesci borda su papel de matón. Su «qué quieres decir con que soy gracioso» y su «¡baila, cabrón, baila!» serán siempre recordados como parte de uno de los retratos más fieles sobre el mundo de la mafia.
6.º Balas sobre Broadway (1994)
Woody Allen radiografió la escena de los escritores teatrales de los años 20. Aquí cuenta la historia de un dramaturgo que lucha por llevar su obra a los escenarios añadiéndole el contrapunto de un mafioso encargado de proteger a una actriz y que se acaba convirtiendo en autor. El resultado fue una de las mejores comedias de los 90.
Dianne West brilla con luz propia en esta película. Interpreta a una diva crepuscular que ve en el joven escritor la oportunidad de relanzar su carrera. Dota a su personaje de los histrionismos necesarios, le saca todo el partido posible. En definitiva, lo borda.
7.º París-Tombuctú (1999)
La última película de Luis García Berlanga, la última obra de uno de los más grandes. Las líneas maestras acostumbradas en una cinta del maestro: guion soberbio, largos planos, palabras que destilan una profunda amargura disfrazada de un humor corrosivo… En fin, otro filme de Berlanga, gracias a Dios.
Además, el trabajo de Juan Diego es excelente. Su interpretación de un anarquista retirado que siempre va desnudo hace que la película adquiera todos los matices que caracterizan a las obras de este imprescindible autor.
8.º Acordes y desacuerdos (1999)
De nuevo Woody Allen. Es la historia de Emmet Ray, rodada en parte como falso documental, un guitarrista de jazz genial, sólo superado, según él mismo, por el inconfundible Django Reindhardt, alcohólico y cleptómano que disfruta disparando a ratas en la vía del tren. Además, la película constituye el final mejor rodado y de más calado artístico en toda la carrera del de Brooklyn.
Y uno de los puntos fuertes de esta cinta es la interpretación. Sean Penn clava su retrato del músico; pero es Samantha Morton la que da el do de pecho con su Hattie, una chica apocada y muda -la actriz no dice una palabra en todo el filme- que consigue refrenar los impulsos autodestructivos de Ray, demostrando la elocuencia del silencio y lo importante que es saber utilizarlo.
9.º El aviador (2004)
La biografía de Howard Hughes esconde muchas razones -aparte de la interpretación protagonista- para que con el tiempo pase a ser considerada una obra de culto; la principal: Cate Blanchett.
Katharine Hepburn fue todo un personaje durante toda su vida, inconfundiblemente ella misma, y el mejor retrato que se ha hecho de la actriz tuvo lugar en esta película. Cate Blanchett asume el reto y lo supera con creces. Como en el caso de DiCaprio con Hughes, su transformación es tal que hasta guarda un cierto parecido físico con su personaje. Excelente trabajo.
10.º Malditos bastardos (2009)
Una nueva película de Quentin Tarantino siempre levanta expectación, y si, además, en dicha película se mata a los principales líderes del Tercer Reich alemán, todavía más. Un guion extremadamente original y la puesta de escena típica del director hacen de la cinta una de las mejores de su autor.
Pero Christoph Waltz y su Hans Landa, coronel de las SS, a pesar de ser un papel secundario, y de compartir cartel con Brad Pitt, acaparan todas las miradas y todos los elogios, y con razón. Uno de los mejores personajes creados por Tarantino hace sombra al resto del reparto, que cuenta con compañeros igual de carismáticos pero no con tantos matices, no con tanto empaque y consistencia como el del actor austríaco.
Muchos otros actores y películas se han quedado en el tintero. Desde Judy Garland en ¿Vencedores o vencidos? (1961) hasta Kevin Kline en Un pez llamado Wanda (1988) pasando por Christopher Walken en El cazador (1978), Anjelica Huston en El honor de los Prizzi (1985), Kevin Spacey en Sospechosos habituales (1995), Robin Williams en El indomable Will Hunting (1997), Luis Tosar en Los lunes al sol (2002), Javier Bardem en No es país para viejos (2007), Anne Hathaway en Los miserables (2012) o Amy Adams en The Master (2012), pero ésta es una lista muy completa sobre la importancia de los actores secundarios a lo largo de la historia del cine. Seguiremos atentos.